ANYIMAR COVA LUGO |
EL UNIVERSAL
Domingo 29 de mayo de 2011 12:00 AM
Unos han consagrado al menos tres décadas de su vida a generar bienestar en sus parroquias; otros apenas se incorporan a algún movimiento vecinal. Sin importar su antigüedad, lo que tienen en común todos es que se han propuesto procurar mejoras en sus espacios de convivencia no como un interés particular sino como parte de una lucha emprendida por y para el bienestar colectivo.
En el municipio Libertador, vecinos de siete parroquias han marcado pauta sobre qué hacer cuando la amenaza es el colapso de los servicios de un urbanismo, cuando el cuidado de una reserva natural se convierte en una deuda permanente, o cuando la inseguridad, el problema social prioritario para los caraqueños según estudios de la Fundación por La Caracas Posible, convierte a la ciudadanía en presas del pánico y restan valor a su calidad de vida.
"Es dedicarse a pensar en la gente y la comunidad, en cómo hacer para mejorar el entorno del que somos parte", dice Víctor Mendoza, miembro de la Fundación Vecino Amigo y residente de Santa Mónica (parroquia San Pedro), sobre lo que significa el trabajo vecinal.
Fernando Canelón, miembro de la Red de Ambientalistas de la parroquia Caricuao, complementa sobre los requisitos que debe cumplir cualquier persona interesada en luchar por el respeto de los derechos de su comunidad. "Hay que tener amor no solo por lo urbano sino por el ambiente; y mucha constancia porque uno sigue hasta que alguien te escucha", agrega.
Hay que tener también disciplina pues las causas requieren reuniones semanales de hasta cuatro y cinco horas diarias, sin remuneración alguna.
Para adquirir herramientas existen organizaciones como la Asociación Civil Liderazgo y Visión que promueve el Programa de Formación para Líderes Emergentes del cual han egresado más de 700 personas.
En el municipio Libertador, vecinos de siete parroquias han marcado pauta sobre qué hacer cuando la amenaza es el colapso de los servicios de un urbanismo, cuando el cuidado de una reserva natural se convierte en una deuda permanente, o cuando la inseguridad, el problema social prioritario para los caraqueños según estudios de la Fundación por La Caracas Posible, convierte a la ciudadanía en presas del pánico y restan valor a su calidad de vida.
"Es dedicarse a pensar en la gente y la comunidad, en cómo hacer para mejorar el entorno del que somos parte", dice Víctor Mendoza, miembro de la Fundación Vecino Amigo y residente de Santa Mónica (parroquia San Pedro), sobre lo que significa el trabajo vecinal.
Fernando Canelón, miembro de la Red de Ambientalistas de la parroquia Caricuao, complementa sobre los requisitos que debe cumplir cualquier persona interesada en luchar por el respeto de los derechos de su comunidad. "Hay que tener amor no solo por lo urbano sino por el ambiente; y mucha constancia porque uno sigue hasta que alguien te escucha", agrega.
Hay que tener también disciplina pues las causas requieren reuniones semanales de hasta cuatro y cinco horas diarias, sin remuneración alguna.
Para adquirir herramientas existen organizaciones como la Asociación Civil Liderazgo y Visión que promueve el Programa de Formación para Líderes Emergentes del cual han egresado más de 700 personas.
Cada movimiento vecinal tiene una causa, pero en lo que todos coinciden es en que la labor voluntaria que realizan nada tiene que ver con política partidista, pues han visto en la práctica cómo las iniciativas terminan alejándose de sus objetivos. "Tenemos que sentarnos en mesas donde lo político se aparte, pensemos realmente en lo social y mejoremos la calidad de vida de nuestros ciudadanos", destaca Eglée Otazo, vocera de San Agustín. acova@eluniversal.com
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